¿Existen ejercicios para nuestro corazón?

Por supuesto que los hay, más aún, todo ejercicio, e inclusive, toda actividad física que realizamos tiene un efecto sobre el corazón, así como sobre el resto del sistema cardiovascular. Recordemos primeramente, que el sistema cardiovascular es uno de los sistemas de “soporte” de nuestro cuerpo.

Para poder estar vivos, necesitamos del oxígeno, que es transportado con el aire de la atmósfera a nuestros cuerpos mediante el sistema respiratorio, y de allí pasa a la sangre mediante un proceso que se llama “difusión”, en lo que algunos llaman la verdadera respiración.

¿Y qué tiene que ver el corazón con el oxígeno?

Una vez en la sangre, el oxígeno tiene que ser conducido a los diferentes tejidos de nuestro cuerpo. Este proceso, conocido como circulación, necesita una “bomba” que impulse la sangre periódicamente. Esta bomba es el corazón.

Cada latido del corazón, mientras estamos en reposo (sin hacer actividad física) expulsa aproximadamente 70 ml. de sangre en el caso de los adultos. A esa cantidad se le llama volumen latido o volumen sistólico.

Si a eso le sumamos que en esa misma condición de reposo nuestro corazón late aproximadamente 70 veces por minuto (frecuencia cardíaca), podemos estimar que, durante cada minuto, nuestro corazón bombea unos 5 litros de sangre (lo que llamaremos gasto cardíaco).

¿Para qué alcanzan esos cinco litros de sangre por minuto?

Alcanzan para muchas cosas, pero solamente si seguimos en reposo. En el caso de que comencemos a hacer algún tipo de ejercicio, los cinco litros por minuto no son suficientes. Fundamentalmente, porque la contracción de los músculos es la actividad más costosa que puede hacer nuestro cuerpo, desde el punto de vista de la demanda de energía.

Al aumentar las demandas de energía de los músculos, el gasto cardíaco tiene que aumentar para llevarles más oxígeno. Y esto lo hace el corazón aumentando tanto la frecuencia cardíaca como el volumen latido.

¿Es decir, que en todo tipo de ejercicio físico participa el corazón?

Exactamente. Cualquier actividad física o ejercicio físico conlleva una modificación en la actividad del corazón, y por lo tanto, podríamos decir que cualquier ejercicio de nuestro cuerpo es un ejercicio del corazón.

De hecho, nuestro corazón nunca deja de estar activo, pues eso supondría nuestra muerte, a menos que su actividad sea prontamente restituida. Con todo lo dicho anteriormente, no significa que podemos justificar la inactividad física (sedentarismo), puesto que ha habido suficiente evidencia científica que el corazón, como todo músculo, necesita variar su tasa de actividad (hacer ejercicio) periódicamente, para mantenerse saludable.

Los estudios científicos han demostrado beneficios en la salud cardiovascular principalmente por parte de dos grandes tipos de ejercicio:

Ejercicios que aumentan la frecuencia cardíaca

En esta categoría, podemos incluir fundamentalmente a los llamados ejercicios dinámicos. Un ejercicio dinámico es aquel en el que podemos observar mucho movimiento en las articulaciones de quienes los practican.

Caminar, correr, montar bicicleta, nadar, son ejemplos típicos de los ejercicios dinámicos, y éstos han sido descritos tradicionalmente como los ejercicios “cardio” por los ya frecuentemente reportados beneficios sobre la salud cardiovascular. Sin embargo, si bien es cierto que es importante para la salud del corazón aumentar su frecuencia cardíaca, el hacerlo a niveles exagerados no es conveniente, puesto que hacer ejercicio de intensidad máxima o cercana a ella puede poner tanto estrés en nuestro sistema cardiovascular, que en vez de obtener un beneficio, nos puede poner en una situación de riesgo.

El ejercicio moderado y en algunos casos vigoroso, es el recomendado para la mayoría de las personas. Pero existen otros tipos de ejercicios.

Así es. Hablamos de la tan temida tensión (o presión) arterial. Pero no hay que tenerle miedo, pues ella es un indicador de la fuerza con que se contrae nuestro corazón, y por ende tiene relación con el volumen latido, y como podemos suponer, para que el corazón expulse más sangre, tiene que contraerse con más fuerza (presión).

Hay un grupo de ejercicios que incrementan significativamente la presión con la que se contrae el corazón. Los mismos son los ejercicios estáticos o de fuerza. Un ejercicio estático es aquel en el que podemos observar que las articulaciones no se mueven, o se mueven muy poco, a pesar de que se observa que quien lo practica está haciendo un esfuerzo.

Los ejercicios de fuerza son aquellos en los que lo importante no es la cantidad de movimientos que se hacen, sino que el énfasis está puesto en el peso o resistencia que hay que desplazar o mover. Ambos ejercicios requieren más fuerza de contracción del corazón.

Recientemente, se han identificado múltiples beneficios desde el punto de vista de la salud cardiovascular mediante el entrenamiento estático o de fuerza. Pero hay que comentar lo mismo que dijimos en el caso de la frecuencia cardíaca: Elevar exageradamente la tensión arterial nos puede poner en una situación de riesgo.

Debiéramos añadir otros ejercicios que no aumentan ninguna de las dos variables anteriores: ejercicios que más bien fomentan la relajación o la flexibilidad. Estos son favorables, como la mayoría de los ejercicios, a la salud general, aunque no han demostrado un claro beneficio desde el punto de vista de la investigación científica. Probablemente haga falta realizar más estudios.

En conclusión, todo ejercicio físico puede tener un efecto sobre el corazón. Los ejercicios dinámicos han sido tradicionalmente descritos como los ejercicios “cardiovasculares” por los múltiples beneficios que han sido reportados sobre la salud cardiovascular, pero también los ejercicios estáticos/de fuerza han reportado ciertos beneficios en ésta área.

En otros artículos de Fisioterapia-Online comentamos los cuidados que debemos tener para hacer estos tipos de ejercicios sin poner en riesgo nuestro corazón. Gracias por su amable lectura.

Ejercicios que aumentan la tensión arterial

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